miércoles, 8 de abril de 2009

SOCIOLOGÍA LATINOAMERICANA

Patricia Yori
2008

Resumen

En este trabajo se presenta una reflexión sobre las alternativas de América Latina (AL) en la actual encrucijada histórica. En primer lugar, se consideran los cambios ocurridos en el escenario internacional y el papel de EEUU desde la crisis de los años 70, así como los impactos de los requerimientos de la ciencia y la tecnología. En segundo lugar, se analizan las alternativas de AL para una modernización con inclusión social. Para ello se analizarán las matrices históricas de pensamiento sobre las que se han fundado los modelos de sociedad y Estado. Por último, se evalúan en el marco de la crisis de fines del siglo XX y comienzos del XXI, las posibilidades de Argentina ante la emergencia del conocimiento como nuevo recurso estratégico.

I. Reflexiones sobre las alternativas de América Latina (AL) en la actual encrucijada histórica

La época actual se caracteriza por profundos cambios cuyos rasgos son los de una crisis a nivel mundial. Latinoamérica como espacio de producción de la vida social, está atravesada por estos procesos y por las múltiples fuerzas que se juegan en el espacio transnacional .
Reflexionar sobre los desafíos que impone el siglo XXI a Latinoamérica requiere desnaturalizar los destinos históricos que se presentan como inevitables y a la vez, resignificar las prácticas políticas e intelectuales. Para ello es necesario historizar el juego de fuerzas que han devenido en la encrucijada actual en que se juega el destino de AL.
Después de la Guerra fría, la política internacional fue generando un nuevo tipo de policentrismo, de la mano del poder transnacional y de las comunicaciones. En la esfera del capitalismo global, esta situación se traduce en una fuerte competencia económica y tecnológica entre las corporaciones transnacionales de Europa Occidental y Japón con las de los Estados Unidos, acompañada de una creciente independencia política de los países altamente desarrollados frente al liderazgo norteamericano.
Esta configuración de las relaciones internacionales se halla en una crisis económico-financiera que pone en evidencia una crisis radical de la vida de Occidente y del modo de producción capitalista: crisis energética, de superpoblación, ecológica, alimentaria, de marginalidad social, de empleo, de legitimidad política, de la democracia y de las ideologías. Estas formas de crisis quiebran el estatuto de la racionalidad moderna occidental para gestar un consenso que legitimen las normas, tanto en el orden nacional como internacional. Además, pone de manifiesto la falta de capacidad de recuperación que el sistema capitalista central había demostrado para sobreponerse a las permanentes crisis económicas. Las áreas periféricas son aquellas en que esta situación se vive de modo más dramático, es allí donde más de 1.500 millones de personas se encuentran en estado de indigencia y rebeldía, sin que el actual modo de expansión de los intereses transnacionales pueda dar respuesta efectiva a sus demandas por una vida más dignamente humana.
Siguiendo las reflexiones de Alcira Argumedo, centramos el análisis de esta situación en el marco de la confrontación cuyos polos antagónicos representan a intereses transnacionales -aliados con diversos actores económicos, sociales, políticos e institucionales en los distintos países- y a los sectores nacionales y populares del continente.
Para ello recapitulamos brevemente los antecedentes de la actual configuración de acuerdo a la periodización expuesta en “Los laberintos de la crisis”[1]:

I.1. Lineamientos internacionales desde fines del 70: pasaje de la configuración bipolar del mundo hacia un nuevo policentrismo

Los intereses norteamericanos se ven amenazados hacia fines de los 70 por los siguientes acontecimientos:
Los intereses petroleros de EEUU el Asia Menor se ven conmocionados porque en Irán triunfa la rebelión popular liderada por el Ayatollah Jomeini. Los funcionarios de la embajada norteamericana son tomados como rehenes y la imposibilidad de resolver el problema termina con la derrota de Carter a fines de 1980.
En 1979 se produce la invasión soviética a Afganistán, que significa un golpe a la presencia occidental en la zona.
En Irak, Saddam Hussein se propone colocar a su país del mundo árabe, se va alejando de la Unión Soviética y recibe importante ayuda francesa y alemana para el desarrollo de la industria nuclear.
Israel es un foco de tensión, resistido por el mundo árabe. Estados Unidos intenta lograr una política de equilibrio entre uno y otro campo siempre salvaguardando sus intereses.
En África hacia fines de los setenta comienza a tener ascendencia la URSS sobre algunos países. Tanzania tiene una política de noalineamiento y comienza a recibir ayuda de China Popular.
La Organización de la Unidad Africana comienza con la “desconexión” con los centros coloniales. Hay presiones internacionales para obligar a Sudáfrica a eliminar el “apartheid” y liberar a Nelson Mandela (líder antiracista).
América Latina es gobernada por dictaduras militares pro-norteamericanas e impera una fuerte represión. Ingresan al continente capitales especulativos. Se firma el tratado Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá, se contempla la paulatina erradicación de bases estadounidenses. En 1979 triunfa el Frente Sandinista de Liberación en Nicaragua y es apoyado por la OEA.
China Popular comienza un proceso de apertura internacional y afianza las relaciones con Estados Unidos para contrarrestar el poder soviético.

Al finalizar la década del setenta hay un reordenamiento de los principales ejes de alianzas entre las potencias capitalistas y socialistas:
Estados unidos conserva la posibilidad de articular las relaciones con China, Japón y Europa Occidental: Japón inicia un proceso de rearme paulatino a instancias de EEUU y China y a la vez mantiene relaciones económicas con los soviéticos. Las naciones de Europa Occidental no están dispuestas a eliminar las ventajas comerciales que brinda el bloque socialista, por eso Francia o dictaduras subordinadas al Pentágono como Argentina y Brasil se niegan a participar en el boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980 o al embargo cerealero por la invasión a Afganistán.
La URSS comienza su crisis a partir de los 70, por eso al principios de esta década introduce cambios en la economía y se modernizan los esquemas productivos. En ese contexto se incrementan las inversiones europeas y se incorpora tecnología occidental a cambio de petróleo. Al comenzar los ochenta la URSS, a pesar de disponer de recursos petroleros en abundancia, comienza una crisis por graves ineficiencias organizativas y tecnológicas.
Japón busca compensar su balanza comercial con las ventajas que tiene en microelectrónica e la informática, además de nuevas tecnología de punta.
En Estados Unidos el gobierno de Carter ha dado una imagen de debilidad política y económica y esto alimento un vuelco reaccionario del electorado hacia la nueva derecha y el neoliberalismo.
En 1980 Ronald Reagan gana las elecciones presidenciales de los EEUU y se propone recuperar la dignidad nacional y la hegemonía mundial. En la revolución conservadora se otorga prioridad a la concentración de la riqueza en las grandes empresas económicas y financieras. El proyecto neoliberal se sustenta por un conjunto de grandes corporaciones transnacionales “duras”, ligadas con la producción nuclear, espacial y la carrera armamentista, conjuntamente con universidades, medios de comunicación e intelectuales (orientados por los postulados de la Escuela de Chicago y los discípulos de Milton Friedman y Fridrich von Hayek).
La nueva forma de Estado garantiza el libre juego de las leyes del mercado y la carrera armamentista y espacial contra la Unión soviética que insumen el 30% del presupuesto de EEUU. Las relaciones con los países del área de influencia occidental están signadas por el peligro comunista. La hegemonía de EEUU está garantizada por tres ejes: Europa Occidental, Japón y América Latina.
En 1983 se anuncia el Programa de Iniciativa de Defensa Estratégica conocido como Guerra de las Galaxias que profundizan la Guerra Fría. Con Japón se mantiene una relación ambigua de aliado en estrategia militar pero adversario en lo económico.
EEUU dinamiza la economía reduciendo los recursos destinados al bienestar, bajando las cargas impositivas a las grandes corporaciones. Esto produce una reconversión tecnológica pero a la vez, aumenta la pobreza y la polarización social. Durante el período de gobierno de Reagan el déficit presupuestario de EEEUU aumentó un 85%, haciendo peligrar el conjunto de la economía mundial. En términos internacionales este déficit tuvo un efecto estimulante para los países capitalistas centrales. Reagan desplazó a EEUU de su lugar como primera potencia económica y financiera mundial, convirtiéndolo en el país más dependiente del capital extranjero.
El fin de la presidencia de Reagan produce una la caída en la demanda de empréstitos que deja a los capitales financieros sin colocación y que se reorientan hacia América Latina (países emergentes).
Para las naciones de la periferia y en especial para América Latina esta coyuntura fue catastrófica debido a las presiones y a la imposición del pago de su deuda externa a través de sus representantes: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Al finalizar el decenio de los 80 se disuelve el bloque soviético como consecuencia del fin de la Guerra Fría. La desintegración del bloque socialista lleva al mundo capitalista a interpretaciones que hablan de: “el fin de la historia” o “el triunfo del liberalismo a escala mundial”. En realidad estas interpretaciones son insuficientes para definir la emergencia de nuevos paradigmas y polos de poder, centrados en Europa occidental y el Sudeste asiático.
Los acontecimientos que terminan con el desmembramiento político-militar del bloque socialista, llevaron al mundo capitalista a replantear nuevos paradigmas. El proyecto neoconservador no pudo revertir el descenso de los Estados Unidos como potencia mundial sino que aceleró su declinación. El nuevo escenario marcó otros polos de poder centrados en Europa Occidental y Japón al iniciarse la década del 90.

I.2. Impactos de la Revolución científico- tecnológica

Desde comienzos de la década de los 80, los sectores de avanzada en tecnociencia han establecido las bases de una transformación profunda en las condiciones de producción e intercambio de la vida social, reformulando las condiciones laborales de la época industrial. Esto impone la necesidad de establecer definiciones político-culturales de base que marquen el rumbo de los procesos económicos y sociales. En grandes rasgos son tres las áreas del trabajo y el empleo que han sufrido los impactos de esta revolución:
l.- Las actuales tecnologías de punta producen un salto cualitativo en términos de eficiencia, velocidad, productividad y calidad de los procesos, que generan un cambio irreversible en los esquemas de producción y en los servicios. Sin embargo, las formas específicas de la reconversión tecnológica y del trabajo varía de acuerdo a las concepciones y valores políticos y culturales de cada país, dando lugar al diseño de diferentes modelos de sociedad y Estado.
2.- Las nuevas tecnologías tienden a cerrar la brecha entre trabajo manual e intelectual que caracterizara a los anteriores modos históricos de producción. Cada vez con mayor rapidez las tareas regulares de la sociedad requieren de trabajadores con una calificación polivalente y capacidades para el trabajo en equipo.
3.- Otros impactos importantes son la disminución de tiempo de trabajo y en la participación del factor humano en la composición del capital. La automatización requiere cada vez de menor tiempo en la producción y los servicios. Cada vez más se necesita menos tiempo de trabajo para la producción y los servicios.
Con respecto a este último aspecto, se debe tener en cuenta que en la historia han sucedido procesos similares en la primera mitad del siglo XIX. Cuando comenzó a extenderse la Revolución Industrial se genera en Europa una gran masa de desocupados y excluidos. Esa fue la base de las migraciones masivas y de los reclutas en las los procesos de expansión colonial. A partir de 1930, los Estados keynesianos y los sistemas fordistas impulsan políticas de pleno empleo, con aumento de los salarios y una disminución aproximada del 50% del tiempo de trabajo con respecto a los finales del siglo XIX (de 72 a 40 horas semanales)[2].
La llamada "edad de oro" del capitalismo entre l945 y l973, dio lugar al crecimiento económico sostenido, donde el descenso de la jornada laboral coincidía con la extensión de los beneficios sociales, el pleno empleo y los más altos salarios relativos.
Entre 1973 y 1979 el incremento de los precios del petróleo se convierte en un detonante de la crisis y marca el fin del desarrollo industrial basado en energía barata. Por el contrario, la Revolución Científico- Tecnológica consolida las bases de un nuevo paradigma de producción y administración económica a partir de la reconversión de la industria y los servicios por la automatización y robotización. Dada las características de la Revolución Científico- Tecnológica, en el escenario mundial se produce una expulsión de trabajadores generando una población excedente absoluta.
En el Tercer Mundo, cuyo crecimiento demográfico es mayor, las crisis económicas, la expulsión rural, la miseria y el desempleo impulsa un movimiento migratorio del Sur al Norte que profundiza los desequilibrios.

I.3. Alternativas de AL en el actual contexto

En las condiciones históricas que han esbozando, las alternativas que se prefiguran para América Latina son las siguientes:

I.3.1. La modernización subordinada y excluyente

Este modelo de Sociedad y Estado, que se asocia a las matrices liberales, implica una altísima polarización de la riqueza por la creciente feudalización del poder gestada por las leyes capitalistas. La población excedente absoluta que genera este modelo se calcula superior a los 4.000 millones de personas en el mundo. Esto profundiza el desplazamiento de trabajadores, provocando mayor desocupación, marginalidad social y quebrantamiento de los vínculos sociales. Desde este horizonte, los polos del capitalismo mundial se embarcan en la mutua competencia y se muestran incapaces de dar respuestas al Sur que no signifiquen mayor degradación y violencia.
El paradigma capitalista que predomina en el siglo XX, no genera enfrentamiento entre las clases, sino que selecciona determinados sectores más dinámicos y poderosos para entrar en la modernización. El ámbito de los trabajadores se fragmenta jerárquicamente produciendo paulatina exclusión de grandes sectores sociales. En este panorama se prefigurar los siguientes segmentos: 1) la aristocracia laboral ligadas a las industrias y servicios que se vertebran con las tecnologías de avanzada y constituiría un 20-25% de los actuales asalariados; 2) los trabajadores anacrónicos formada por empleados de la administración pública y actividades económicas que no se han reconvertido tecnológicamente. Estos sectores tienden a ser desplazados del sistema. 3) los marginados estructurales que constituyen los desocupados, trabajadores precarios, clase media desplazada y jóvenes que no se pueden insertar del mercado de trabajo. Estos dos últimos sectores tienden a incrementar la población excedente y la marginación social de AL que ya constituyen el 60% de la PEA.
Este modelo de modernización excluyente en AL implica un reforzamiento de los lazos de dependencia con la potencias capitalistas centrales, en especial con EEUU, y a obstaculizar las acciones conjuntas y autónomas de los países sudamericanos. Por otra parte, es colonizador de las reglas democráticas de gestión del poder, dado que tiende a producir desestabilización política y a generar soluciones represoras ante los conflictos sociales, de las cuales ya tiene suficiente experiencia Latinoamérica.
La privatización de empresas públicas y las fusiones empresariales redundaron en reconversiones tecnológicas pero a la vez se convirtieron en expulsoras de mano de obra: se precarizó el mercado de trabajo y bajaron los salarios. De este modo, se creó un abismo entre las naciones centrales y las periféricas; entre una minoría privilegiada y una masa de población empobrecida.
Los modelos neoliberales produjeron problemas sociales insolubles. El supuesto “fin de la historia” (Fukuyama) tienden a dejar fuera de la historia a grandes zonas y a casi tres cuartas partes de la población del mundo. En el marco de la globalización neoliberal, las relaciones universidad-sistema científico-empresas, centradas en el lucro y la productividad, ya han mostrado su tremenda debilidad.

I.3.2. Las opciones populares

Frente a la tendencia de feudalización del capitalismo que ponen en riesgo el equilibrio del sistema global, la estabilidad política de AL dependerá de la construcción de modelos de sociedad y Estado que impulsen procesos de dignificación social. Esta alternativa se basa en la reivindicación de los valores que están en la base de opciones político-culturales y en la acción estratégica de líneas económicas y tecnológicas que posibiliten a los proyectos populares promover una democratización de todos los espacios de la vida social.
Desde esta perspectiva es posible definir nuevas formas de empresas sociales e institucionales que incluyan cooperativas, organizaciones autogestionarias o de cogestión estatal y universidades insertas en los procesos productivos. Esta inserción debe complementar las tareas de formación profesional e investigación científica, potenciando los recursos que requieren los nuevos paradigmas, en función de distribución equitativa, la solidaridad social, los nuevos modos de reintegración social y bienestar común.
Estratégicamente esto sería posible teniendo como horizonte una jornada semanal promedio no mayor a 20 horas, con la recalificar la mano de obra y un incremento sustancial de los salarios, derivado de la calidad de ese trabajo.

II. Relación entre matrices de pensamiento y procesos histórico-sociales

Alcira Argumedo denomina matrices teórico- política a la articulación de un conjunto de categorías y valores constitutivos que conforman la trama lógico-conceptual básica y establecen los fundamentos de una determinada corriente de pensamiento. Las diversas matrices de pensamiento contienen definiciones acerca de la naturaleza humana; de la constitución de las sociedades; diferentes interpretaciones de la historia; elementos para la comprensión del presente y modelos de organización social como ejes de los proyectos políticos.
Estas matrices son formas de reelaboración y modos de percibir el mundo, idearios y aspiraciones que tienen su raigambre en procesos históricos y experiencias políticas de grandes contingentes de población. Se alimentan de sustratos culturales que exceden los marcos científicos e intelectuales.
El constructo de “matriz de pensamiento”, a diferencia del de paradigma (Kuhn) o el de “Episteme” (Foucault) permite detectar las líneas de continuidad o ruptura de los valores, conceptos, enunciados y propuestas pertenecientes a las principales corrientes ideológicas en las ciencias sociales y en el debate político de nuestro tiempo.

II.1. Matrices de pensamiento en el mundo central

II.1- Matrices del liberalismo político y del liberalismo económico.

La matriz del liberalismo se desarrollan dos líneas principales: por una parte la filosofía jurídico- política y por otra la económica.
La filosofía político-jurídica se sustenta en la idea de “contrato social” y tiene dos versiones basadas en una concepción distinta de la naturaleza humana y el Estado:
a) La Hobbes para quien la sociedad se constituye para superar el estado natural de la guerra de todos contra todos. El hombre es por naturaleza egoísta y el Estado tiene la función de resguardar individuos y posesiones a través del un poder absoluto. B) la de John Locke, quien fue el fundador de la filosofía jurídico política. Según esta concepción los hombres pueden vivir en armonía a través de la razón en tanto establezcan un contrato. La sociedad a través de ese pacto genera un poder legislativo y la soberanía está en manos de los contratantes. Los ciudadanos son los sectores maduros que reciben educación, poseen los recursos económicos y pueden reproducir los pactos. Esta concepción que aún perdura dará lugar a las repúblicas oligárquicas.
Adam Smith se inserta en la corriente del liberalismo económico. Según su concepción, la sociedad se constituye como un mercado y no a través de un pacto (como en la filosofía jurídico política). Bajo una ida naturalista del hombre, las clases sociales se ordenan de acuerdo a su capacidad de acceso al mercado y la propiedad aparece como un derecho inalienable. Se trata de un liberalismo de mercado, dado que prevalecen las leyes del mercado y la dinámica económica y política, están sujetas a estas leyes.

II.2. Matriz marxista

Marx y Engels plantean una crítica radical a la sociedad capitalista burguesa. Consideran al hombre como un ser social que requiere del trabajo con otros para satisfacer sus necesidades. El capitalismo produce la distribución desigual cualitativa y cuantitativa del trabajo y sus productos, (división del trabajo) que genera dos clases antagónicas: una dueña de los instrumentos de producción y la de los proletararios que poseen únicamente su fuerza de trabajo, dando lugar así al enajenamiento del hombre por el hombre. La burguesía se apropia de parte del producto del proletariado expresado por el concepto de plusvalía. Esta consiste en el salario no pagado a los obreros por el valor su trabajo que se convierte en mercancía. Según Marx, la plusvalía es la base del sistema capitalista y de ella deriva la acumulación de capital, utilizado para crear nueva plusvalía. El estado burgués es concebido como una superestructura ideológica que legitima las relaciones de explotación.

II.3. Actualización de las matrices liberales

La matriz que recupera Max Weber para formular la crítica al marxismo se vincula con el liberalismo político estatal. Para Weber la sociedad tiene una coherencia cultural sólida cuyo objetivo principal es su funcionalidad. El hombre representa una parte importante en la totalidad orgánica, donde cumple una función vital y tiene una tarea que desempeñar. No todos los individuos pueden desempeñar el mismo trabajo sino que por razones de supervivencia de la sociedad, cada uno debe desempeñarse en trabajos diferentes; por lo tanto, debe especializarse para lograr eficacia. Para Weber, el capital es la dimensión económica de un comportamiento más profundo y peculiar de corte racionalista. De este forman parte de los difundidos procesos de racionalización burocrática administrativa y jurídica que culminan en el Estado moderno occidental. La acción capitalista es un ejercicio pacífico de un poder de disposición puesto en acción racionalmente para obtener beneficios a través de la hábil explotación de las coyunturas del mercado. La propiedad está dada por las leyes de la oferta y la demanda. Por eso, los hombre actúan unos con otros y unos contra otros, sobre intereses materiales y espirituales, en el marco de una autoridad y obediencia basadas en presupuestos comunes o normas. La coerción inherente a la venta de la fuerza de trabajo por parte del proletariado, es un aspecto de la “voluntad de trabajo” que hace posible una lógica del intercambio. Por eso los ciudadanos son libres de ofrecer su fuente de trabajo lo cual hace a todos iguales.

Estas grandes corrientes teóricas, la filosofía jurídico- política liberal, el Iluminismo, el marxismo, el neoliberalismo, etc., son una síntesis de experiencias históricas que a lo largo de determinado tiempo hicieron las burguesías y luego de una maduración emergen como sistemas con una gran coherencia interna y simplicidad.

II.4. Las otras ideas en América Latina

En América Latina, junto a la incorporación de las ideas del pensamiento occidental, José Luis Romero señala que existen "otras ideas", con un menor nivel de sistematización pero portadoras de "torrentes ideológicos de fuerza incalculable" y de gran capacidad transformadora. En las sociedades centrales estas vertientes de las ciencias sociales o estas ideologías tienen una fluida relación con los procesos económicos, sociales y culturales. En AL, en cambio, la existencia de estas "otras ideas", concepciones del mundo, valores, etc. aparecen cada tanto en expresiones políticas o literarias que cuestionan los dominios occidentales. Estas ideas generan un distanciamiento, una ruptura con la lógica de incorporación de las ideas (occidentales) en la Universidad, en la Política y en otras expresiones. Por lo tanto, se toman como formas degradadas de sus vertientes originarias, bastardas, populistas, neomarxistas o neofascistas, de acuerdo a la denigración preferida. Se ignora o se niega que exista un pensamiento propio latinoamericano. Con lo cual se acentúa el propio sentimiento de subdesarrollo y “subhumanidad” inevitable, no sólo en lo económico, sino en el campo de lo intelectual y las ideas.
De acuerdo a Romero, cada una de estas corrientes teóricas son experiencias existenciales de actores sociales en determinado momento. Las distintas expresiones de la Filosofía Liberal están relacionadas a las burguesías de los países centrales, así como el Marxismo, al proletariado urbano de los países centrales. Los sectores dominantes, las élites intelectuales de América Latina adoptan estas ideologías[3], pero el grueso de estas ideas tuvo fuertes dificultades de enraizamiento en los sectores populares. Por el contrario, aparecen las otras ideas que tienen modos propios de interpretación del mundo que son autónomas, no como copias acríticas, sino como adaptaciones que conforman una Matriz. Romero afirma que "el esquema de las corrientes ideológicas en Europa Occidental no puede servirnos de modelo[4].
La Matriz Latinoamericana se identifica por la repetición encadenada de ciertas ideas, creencias, identidades, movimientos políticos populares, historias, valores, etc. Emerge, aún en las reformulaciones de las ideas de vanguardia provenientes de las otras matrices europeas, con sus propios y repetitivos rasgos. El hombre es visto como un ser social identificado por las identidades culturales y su inserción en una determinada región. La mirada de los protagonistas de la otra historia en América Latina está presente en las luchas independentistas, los movimientos de resistencia, en los proyectos de reivindicación nacional y social. El tema de la heterogeneidad social de AL tiene su raíz en otros pensamientos que reflejan experiencias políticas, sociales y culturales de los pueblos y grupos sociales sometidos. Ya en las proclamas de Tupac Amaru se reconoce la compleja diferenciación social, étnica y cultural de las capas populares. La democracia "redefinida" de Haití con el triunfo de la revolución de esclavos negros es un ejemplo de esta concepción latinoamericana.
Para Kant (contemporáneo de Tupac Amaru) los pueblos indios de América son indolentes, primitivos y desaparecerán si no se someten a la superioridad de la cultura europea. Este sello está presente en la incorporación de esta filosofía por parte de las élites latinoamericanas y se traslada a nuestra región esa distorsión de los vencedores europeos convencidos de que llegaron a un territorio vacío culturalmente. En la época de las luchas por la independencia esta matriz constituye las bases para sistematizar un pensamiento crítico dirigido a cuestionar los límites y las falencias del proyecto de la modernidad. La matriz popular tiende a resaltar los aspectos silenciados de los oprimidos por el proyecto eurocéntrico y es donde se encuentran las claves y valores fundantes de propuestas alternativas a la modernización salvaje. Los puntos en común de las diferentes vertientes de pensamiento en Latinoamérica se arraigan en la necesidad de buscar caminos autónomos de interpretación de los procesos históricos y sociales, así como de tener una visión propia del mundo para dar respuesta a las particularidades de estas tierras.
Se puede interpretar las distintas vertientes latinoamericanas, como proyectos contra-hegemónicos e innovadores que buscan plantear un nuevo proyecto, recuperando las categorías europeas para reapropiarlas y reinterpretarlas ante la realidad de las sociedades latinoamericanas[5].
Así, sistemáticamente hubo en AL una reiteración, a través de la historia de movimientos de protesta y liberación, de escritos caudillistas, de acciones, experiencias y leyendas que hablan de esta lucha contra la dominación, la búsqueda de la igualdad integradora y el respeto por la identidad cultural que forma parte de la naturaleza constitutiva del hombre.
Dentro del abanico de las tradiciones populares existen distintas líneas que marcan diferencias y similitudes entre los pensadores y libertadores latinoamericanos. Por ejemplo, se pueden hallar puntos en común entre Moreno; Rodríguez; Bolívar y Artigas, como ser: la necesidad de encontrar caminos autónomos de interpretación de los procesos históricos y sociales, así como de recuperar una visión propia del mundo para dar respuestas a condiciones semejantes.
En 1776 las colonias inglesas de América del Norte, conquistaron su libertad e independencia. En 1778, las colonias de España y Portugal en América estaban cumpliendo ya tres siglos de sumisión. El triunfo de la Revolución Francesa en 1789, significó el triunfo de la soberanía de la libertad de acuerdo a las ideas rousseaunianas. Estos hechos políticos repercutieron en la conciencia de los criollos latinoamericanos, quienes influenciados por la ilustración y por la filosofía jurídico liberal, impulsaron las guerras por la independencia de latinoamericana, llevada a cabo por los dirigentes del movimiento independentista latinoamericano: Artigas, Rodríguez y Bolívar. El discurso de Rousseau y otras cuestiones provenientes de la Europa moderna son receptadas por los intelectuales Latinoamericanos y más tarde llegan a otros sectores de la población produciendo la posterior formación de la identidad latinoamericana.
Este fenómeno fue interpretado de diferentes maneras: Bolívar, por ejemplo, cuestiona la existencia del "pacto" de Rousseau en la creación de la sociedad y el estado en nuestra América. La idea es refundar la sociedad como una síntesis de blancos, negros, indios, etc. que tengan libertad y se articulen de forma continental para enfrentar a la vecina potencia esclavista (EEUU), dándoles educación masiva (Simón Rodríguez -1771-1854) que recupere los valores e identidades e incluso reivindicar el papel de la mujer (influencia de Manuela Sáenz)[6]. Bolívar dictó el Decreto de Trujillo, que protegía a los indios del Perú al mismo tiempo que intentaba reordenar el sistema de propiedad agraria.
De igual forma Artigas reformula esta idea, mencionando un pacto entre comunidades para garantizar la propiedad entre comunidades, pues sólo la libertad y la autonomía de las comunidades garantiza la voluntad individual. La propiedad pasa a ser una definición política por consenso de esta comunidad, pues los propietarios naturales de la tierra han sido masacrados y exterminados. También cuestiona la propiedad concentrada de la tierra o de determinadas áreas. Defiende además la democracia directa mediante asambleas, donde son ciudadanos todos los americanos de bien (sin distinción de razas). Además aparece en Artigas, como en Hidalgo y Morelos de México, en Bolívar y la experiencia de emancipación de Haití, una idea comunitarista, una cultura igualitarista rural o colectivista que proviene tanto del cristianismo primitivo como de las influencias de las naciones indias.
También se encuentra una redefinición del concepto de democracia, entendida como igualdad e integración para todos los seres humanos. Postula iguales posibilidades económicas y que la libertad individual sólo existe y se garantiza con la libertad de la comunidad. El proyecto de Artigas es constituir la comunidad para luego, por el ejercicio de la soberanía asumida, formar el arreglo general de la provincia y entrar en el pacto recíproco de la confederación. Primero la nación, como entidad viviente con conciencia y voluntad política, para llegar gradual y progresivamente, en un proceso integrador, a la creación del Estado. Se trata de una democracia que brota naturalmente del alma colectiva, no de las normas de un derecho racional y abstracto. Esto, al igual que el concepto de la propiedad de la tierra (justificado en la utilidad social que su ejercicio reporta al común) son diferentes a los de la Matriz Liberal.
Mientras que el liberalismo piensa que la propiedad es un derecho natural inalienable, Bolívar dice que en América no puede ser considerado así porque la principal forma de propiedad, que es la tierra, está empapada con la sangre de sus propietarios naturales. Por lo tanto, la propiedad tiene como función garantizar la felicidad de los conciudadanos y promover la ley de leyes que es la igualdad.
Las propuestas de Bolívar, de Artigas o de Hidalgo y Morelos, entre otros, van a conformar las primeras expresiones políticas de esas otras ideas de AL, hasta entonces alimentadas subterráneamente de las rebeliones, las resistencias culturales y la vida cotidiana de una vasta población del continente a quien el esquema colonial les había negado su condición humana.
La recepción de la matriz marxista europea también encuentra resistencias y un sello propio a fines del siglo XIX para construir consensos masivos en AL. La ortodoxia marxista tuvo limitaciones para comprender los procesos de dominación en AL. Si bien Marx en la "Ideología Alemana" expresa que en las relaciones humanas primarias los humanos adquieren el lenguaje, en la redefinición latinoamericana agregaría que adquiere un lenguaje propio por sus connotaciones sociales y culturales. Esto se pone de manifiesto en los escritos y acciones de José Martí (1853-1895) y en el pensamiento de José Carlos Mariátegui (1895-1930) con su idea de traducir el marxismo al quechua (es decir, aceptar que en la realidad de Perú donde el 80% de la clase explotada son indios) . Es decir, incorporar las identidades y desecharse los elementos de herencia europeizante que hablan de cultura universal, barbarie, etc. Estas y otras reformulaciones de las ideas de vanguardia de cada época refuerzan la una visión de valores fundadas en el respeto de las identidades y de la integración étnica y cultural.
Frente a la visión de Sarmiento y Alberdi, quienes pretendían homogeneizar de acuerdo a una concepción liberal-eurocéntrica como condición para salir de la barbarie; para la visión política de Martí esto fue visto como una amenaza a la verdadera identidad de "nuestra América".
El héroe cubano J. Marti, fue uno de los representantes del cuestionamiento hacia los modelos europeos y norteamericano para la elaboración de propuestas propias de la región. Con su acción política e intelectual contribuyó a reformular el proyecto iberoamericano basándolo en una sociedad igualitaria, popular, democrática que revalora el elemento mestizo.
José Carlos Mariátegui, político y pensador peruano, pone en tensión las ideas socialistas con formaciones sociales distintas de la Europa del siglo XIX. Perú, poseía una formación social en la que coexistían diversos modos de producción. El modo feudal, sometía a las 4/5 partes de la población campesina e indígena. De acuerdo a ello, propone integrar al indio, inculcándole valores modernos y buscar la revolución socialista con el indio como sujeto.
Todos ellos plantean en su momento histórico desde nuestra América, las ideas más avanzadas en occidente acerca del concepto de seres humanos, de ciudadanos, de democracia y de Nación. AL es el primer lugar donde se plantea la eliminación de la esclavitud y de la servidumbre indígena y su reconocimiento como ciudadanos plenos. Al mismo tiempo, se concibe una idea de democracia política, socioeconómica y estructural acompañada a una propuesta de redistribución de las tierras. Un ejemplo es la propuesta de Morelos, quien habla de reintegrar la tierra a las comunidades; el reglamento provisorio para la organización de la campaña de 1815 de Artigas; la constitución en 1825, impulsada por Bolívar para Bolivia, que reformula el concepto liberal de propiedad.
Las formas de actuar, pensar y sentir de estos actores se vieron influenciadas por los abatares de la conquista y la colonización, dejando huellas que marcaron los procesos independentistas y que determinaron en gran parte el futuro de cada uno de los países de AL.
Hoy enfrentamos en AL una crisis de la cual intentamos salir. Algunas naciones del continente están enarbolando las banderas del discurso populista y se vislumbra una coyuntura política en la que quizá se podrá integrar a la población expulsada por el liberalismo, sistema que destruyó los lazos de solidaridad, que relegó a la indigencia a gran parte de las poblaciones y que afectó la construcción de su subjetividad. Se puede reconocer además en la actualidad, una línea de continuidad de esta matriz popular en las luchas y movimientos políticos que intentan ingresar con dignidad y ser protagonistas de nuestro propio destino en el siglo XXI.
Así, las vertientes latinoamericanas pueden interpretarse como proyectos contra-hegemónicos e innovadores cuyas expresiones actuales podrían ser: el movimiento Zapatista del EZLN en Chiapas (México) que se apropia de la tecnología para difundir sus reivindicaciones y defenderse de un aplastamiento; a la vez que usa el marco de la selva Lacandona para realizar un encuentro intelectual mundial sobre la globalización. Tal vez el movimiento “Bolivariano” en Venzuela corresponda a otra nueva expresión de este Pensamiento Original. Evo Morales en Bolivia, el Movimiento Pachakuti en Ecuador, etc. son posibles expresiones libertadoras y de pensamiento original.

III. Evaluación de la crisis de fines del siglo XX y comienzos del XXI y las posibilidades de Argentina ante la emergencia del conocimiento como nuevo recurso estratégico

Un recorrido histórico de la historia de nuestro país a partir del golpe militar del año 1976 permite analizar la situación y las posibilidades frente a la crisis.
El PRN del 76 llevó a cabo una estrategia ideológica represiva y económica de corte liberal que favoreció el sector financiero de grupos monopólicos y la desindustrializón amplias áreas productivas. Esto redundó en la precarización del empleo y produjo un deterioro en la calidad de vida de la mayor parte de la población. El endeudamiento externo tuvo una escalada y se estatizó la deuda privada. La desocupación y la subocupación comienzan a ser estructurales, el malestar crece y los militares buscan consenso apelando a la recuperación de las Islas Malvinas que termina en derrota.
En 1983 se recupera el Estado de Derecho con la presidencia de Raúl Alfonsín. Se reivindican los Derechos Humanos con el enjuiciamiento a los comandantes de la dictadura, sin embargo, la situación económica se agrava ante la presión de grupos hegemónicos. La precarización del mercado laboral y el proceso hiperinflacionario producen el debilitamiento de la UNC.
En 1989 Carlos Menem asume y gobierna por 10 años. Este gobierno mantiene una estabilidad económica ficticia, mientras la deuda externa crece y se transfieren los recursos naturales y las empresas estatales a capitales trasnacionales. La concentración de la riqueza se agrava, se deterioran las condiciones del empleo con la flexibilización y la pobreza estructural crece.
Los gobiernos que se suceden a partir del año 2000 continúan con un modelo político-económico neoliberal en un marco político-cultural de centroizquierda. El déficit fiscal heredado hace que se prioricen los acuerdos con los organismos internacionales y las trasnacionales. Se sostiene la flexibilización laboral y medidas impositivas que afectan a las clases medias. Esta situación se continua. La concentración de la riqueza y la situación de marginación social crece o se mantiene, aunque con discursos políticos más populistas.
Los desafíos de esta época implican que se deben buscar estrategias que no conduzcan a la desconexión ni a la globalización neoliberal, sino a una modernización que permita mejorar la calidad la calidad de vida de la sociedad en general. En la actualidad, la reconversión tecnológica de la revolución científico-técnica está generando una población sobrante que ronda los 2.700 millones de personas. En AL podría significar que el 40% de la población sobrante que busque formas de supervivencia emigrando los centros más ricos o a través de estrategias ilegales.
La situación argentina es paradójica porque tiene una gran cantidad de recursos naturales (gas, petróleo, minería, pesca, tierras) con un país que no es densamente poblado en su totalidad y producción de alimentos que exceden por varias cifras a las necesidades poblacionales. En función de sus recursos es inadmisible que exista pobreza, lo que indica que el problema fundamental es de voluntad y organización política para la distribución equitativa.
En este panorama crítico se demuestra las reservas de talento, creatividad, inteligencia y solidaridad expresadas por los sectores más golpeados en las situaciones más críticas. Un ejemplo de ello son las fábricas recuperadas por sus trabajadores. Frente a la concepción del mundo neoliberal que habla de un individualismo egoísta, la salida de estos sectores frente a la crisis se produjo a través de procesos de solidaridad, cooperación, pensamiento colectivo, integración en equipo, acordes a las formas más avanzadas de organización de los procesos de trabajo. Esa sabiduría podría tener su raíz en las tradiciones culturales indígenas, negras, y populares generadas en la experiencia latinoamericana como pensamiento popular. Constituyen la base desde la cual aparecen las propuestas de la etapa de la primera independencia, y hoy subyacen en las nuevas formas de movilización y organización social.
En esta situación y frente al avance de la Revolución científico- técnica, la educación se convierte en un recurso estratégico indispensable, acompañado de políticas públicas de distribución de la riqueza. Esto último es un requisito fundamental, pues, ya se tiene la experiencia del discurso reformador menemista y de la Reforma educativa instrumentada por los Organismos Intencionales que promulgada correlativamente con la creciente desindustrialización, fragmentación social y pauperización de grandes sectores poblacionales. A partir de la aplicación de las políticas neoliberales las universidades se convirtieron en meros instrumentos de los intereses del mercado. Y no de la grandes mayorías sociales. Por lo mismo, para que la educación se convierta en un recurso estratégico de la modernización inclusiva, no debe estar puesta al servicio de los intereses del mercado trasnacional, sino de la promoción de una economía solidaria y a una producción de calidad.
Frente al hecho que las nuevas tecnologías tienden a suprimir la histórica división del trabajo en trabajo físico e intelectual (se calcula que en no más de 10 años, el 95 % de las tareas normal de una sociedad requieren manejo de tecnologías), el conocimiento es el recurso estratégico por excelencia. La clave para la conformación de este recurso está en la formación de las personas que operan esas tecnologías y en el desarrollo de la capacidad de creación de tecnologías de avanzada. Se trata de un ciclo histórico en el cual las características intrínsecas del nuevo recurso estratégico tienden a hacer coincidir determinados valores éticos (solidaridad, cooperación, justicia, equidad social, democratización, actividades colectivas) con los requisitos de eficiencia económica.
Entre las estrategias posibles para revertir la situación crítica en la actualidad se puede contemplar las siguientes medidas:
§ Reducir la jornada laboral a la mitad, ampliar el acceso al empleo y subir los ingresos.
§ Potenciar las reservas de talento, creatividad y solidaridad que demostró la población argentina ante la crisis, la falta de representatividad y corrupción de las estructuras políticas y sindicales que favorecieron las políticas neoliberales. Es destacable que los grupos más golpeados de la población demostraron capacidad de autoorganizarse solidariamente, por ejemplo: en organizaciones de cartoneros y desocupados, en los comedores populares, en las empresas recuperadas que eliminaron el costo empresario. Dichas empresas demostraron una gran competitividad basadas en el trabajo cooperativo.
§ Articular los saberes científico-técnicos
§ Democratizar el conocimiento.

La democratización del conocimiento por el sistema político tendría que operar a través de tres sectores fundamentales en los que se produce, circula y se apropia el conocimiento con el objetivo de articular el sistema económico con el cultural: el sistema educativo, la capacitación de los trabajadores y la articulación de los conocimientos académicos - tecnológicos producidos en la universidad y los centros de investigación. Esto sería posible si se llevaran a cabo políticas públicas que promuevan:

§ Un sistema educativo primario y secundario de alto nivel de calidad para el conjunto de la población. Esto ya no es sólo un derecho social sino un recurso de infraestructura técnica y económica indispensable para dar cuenta de los desafíos de las nuevas condiciones que plantea esta revolución. Para ello se requiere reformular la metodología didáctica, la capacitación docente de calidad y la inversión de recursos financieros para la reversión de las crisis del sistema.
§ La recalificación en gran escala de la mano de obra para que tenga un acceso inteligente a la operación de las nuevas tecnologías. Esa recalificación es posible a partir de nuevas formas de organización de los procesos de trabajo, ya no segmentados (como en el sistema taylorista), sino en círculos de calidad que van permitiendo el trabajo colectivo, el intercambio de saberes, la cooperación, etc. Las nuevas tecnologías tienden a cerrar la brecha entre trabajo manual e intelectuales que caracterizara los anteriores modos históricos de producción.
§ Las transformación de las universidades y los sistemas científico- técnicos. Las universidades tienen un papel central, en tanto productoras del recurso conocimiento de calidad, en todo el espectro de los saberes científicos, técnicos, humanísticos, sociales y culturales.

Con respecto a este último aspecto, se calcula que en menos de diez años el 95 por ciento de las tareas normales de una sociedad van a requerir un mínimo de educación de calidad de 10 a 12 años. En los servicios e industrias el manejo de instrumentos automatizadas requiere una calificación distinta que articule los conocimientos científicos y técnicos. Pues, a diferencia del trabajo taylorista, basado en la eficiencia por repetición de actividades y especialización, en los actuales sistemas flexibles se requiere una visión del conjunto del proceso de trabajo como condición de eficiencia. En este sentido, los círculos de calidad suponen la articulación de grupos donde participan los diversos estamentos laborales (diseñadores, ingenieros, trabajadores de taller) y promueven la acción y el pensamiento colectivo, capaces de enriquecer la creatividad, la imaginación y los aportes de sus integrantes.
Los sistemas automatizados requieren una capacitación polivalente, con una sólida formación de base que pueda ser reorientada hacia nuevas especializaciones ante la rapidez de los cambios tecnológicos. A la vez, demandan ductilidad para integrarse en el trabajo grupal, disposición a cooperar y del solidaridad en el equipo. La competencia individualista sobre los otros se vuelven cada vez más disfuncionales. De esta forma, en los esquemas industriales y de servicios se tiende a desaparecer el trabajo manual y el esfuerzo físico, para ser reemplazados por trabajadores de creciente preparación intelectual, con una formación integral que les permita afrontar diversas tareas no segmentadas y tareas de equipo.
En este marco, la consolidación de universidades de excelencia y abierta a las mayorías, es otro de los requisitos técnico-económicos para poder desarrollar los nuevos patrones productivos y de servicios. Es preciso reformular los lineamientos de formación profesional, científica y técnica, dado que fragmentación de saberes académicos y las fronteras disciplinarias por la creciente especialización han comenzado a ser obsoletos. El conocimiento emergente se define por su carácter complejo, flexible y transdisciplinario.
La promoción del pensamiento crítico y riguroso, capaz de articular diferentes saberes (de las ciencias sociales, las ciencias duras, y de cada una de ellas entre sí) como modo de enriquecer y potenciar el conocimiento especializado, es fundamental para ser eficiente cada área; por lo mismo, es indispensable contar con una buena base en conocimientos sociales. También la cantidad de información y conocimientos necesarios para una formación integral y transdisciplinaria, supone la constitución de equipos de estudio e investigación, susceptibles de procesar un pensamiento colectivo a partir del intercambio y el debate entre diferentes perspectivas y disciplinas a fin de responder a las problemáticas sociales de forma creativa.
Los procesos de desarrollo científico-tecnológico, articulados con las universidades (en el ámbito nacional y latinoamericano) constituyen un núcleo del nuevo recurso estratégico para orientar los procesos de reconversión de los sectores productivos y de servicios y para la reorganización de la dinámica política, social y cultural. En este marco, se trata de diseñar modos de articulación de estos centros de producción de conocimiento con los procesos de reestructuración económica, social, política y cultural en cada país, en un proyecto autónomo de integración continental.
La posibilidad de disponer de estas fuentes del recurso del conocimiento se ha transformado en una condición inexorable para el desarrollo socioeconómico y la inserción de las distintas sociedades en el mercado mundial de las próximas décadas; las naciones que no sean capaces de consolidarlas, están condenadas a sufrir graves experiencias de regresividad histórica. Sin embargo, se debe tener en cuenta que no es posible democratizar y extender la educación, la calificación del trabajo y el ingreso a las universidades o al sistema científico, sin democratizar los otros espacios de la vida social: la salud, la distribución de la riqueza, la vivienda y el hábitat, los medios de comunicación e información, el bienestar general de la población. Los modelos sociales de alta integración, las democracias ampliadas hacia lo económico, lo social y lo cultural, se transforman en imperativos técnico-económicos para poder participar en el ciclo de la historia que inaugura la Revolución Científico-Técnica.
En este sentido, frente al proyecto neoliberal hegemónico que excluye a las grandes mayorías de la humanidad, es necesario recuperar la matriz popular del pensamiento latinoamericano[7]. Los proyectos políticos y económicos de desarrollo para AL que se inscriban en esta línea, no sólo deben ser factibles y eficaces , sino solidarios y respetuoso de las peculiaridades, las autonomías de las naciones y de sus culturas, etnias y regionalismos internos. De este modo, se puede pensar una integración sustentada sobre el reconocimiento de la dignidad de los otros, capaz de respetar y enriquecer las disímiles memorias y tradiciones populares en una nueva identidad que no las niegue.


Bibliografía

ARGUMEDO, Alcira, QUINTAR Aída: “Argentina ante una encrucijada histórica”. En Estudios Sociológicos-Colegio de México, Vol. XXI, Nº 63. Septiembre-diciembre 2003. México DF (Cuaderno 6)
ARGUMEDO, Alcira: “El imperio del conocimiento” en Encrucijadas UBA. Revista de la Universidad de Buenos Aires. Año 1, Nº 2, diciembre de 2000. (Cuaderno 1) .
ARGUMEDO, Alcira: “La crisis de la cultura occidental dominante” (mimeo)
ARGUMEDO, Alcira: Argentina: los desafíos de un nuevo tiempo histórico” en Ciudadanos, Año 2, Nº 2. Verano 200l. Buenos Aires (Cuaderno 6)
Argumedo, Alcira. Barbarie o Solidaridad: las alternativas ante el siglo XXI. Mayo 1999
ARGUMEDO, Alcira: Los laberintos de la crisis: diez años después. Buenos Aires. l997. (Cuaderno 1)
ARGUMEDO, Alcira: Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular. Colihue. Buenos Aires. l993
BOLIVAR, Simón. Escritos Políticos. Editorial Porrúa. México. l986
MARTI, José: “Nuestra América” en Obras Completas. Centro de Estudios Martianos. La Habana. l979 (Cuaderno 5)
QUINTAR, Aída, ARGUMEDO, Alcira: “Argentina: los dilemas de una democracia restringida” en Lua Nova. Revista de Cultura e Política, Nº 49. Sao Paulo. 2000 (Cuaderno 6)
ROMERO, José Luis: Latinoamérica: situaciones e ideologías. Ediciones del Candil. Buenos Aires. l987 (Cuaderno 3)
MARIÁTEGUI, José Carlos: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Biblioteca Amauta. Lima. l967
BRUSCHERA, Oscar: Vigencia del artiguismo. Biblioteca de Marcha. Montevideo. l972 (Selección en Cuaderno 3)
[1] ARGUMEDO, Alcira, Los laberintos de la crisis - América latina: poder transnacional y comunicaciones, Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales, Puntosur Editores, Montevideo-Buenos Aires, 1987.
[2] En este período también tuvo influencia el control demográfico por las bajas producidas en la Segunda Guerra, los alistados en los ejércitos colonialistas. De una u otra forma, Europa se deshizo 400 millones de hombres y mujeres antes de absorber la explusión del empleo.

[3] América Latina ha recibido ideas de las corrientes de pensamiento tanto europea como estadounidense. Las cuatro grandes vertientes teóricas disponibles: la española, con su tradición igualitaria, el peso de la neoescolástica y la contemporánea influencia del liberalismo; la monárquico-constitucional inglés, la teoría política de John Locke y la experiencia párlamentaria francesa, especialmente con los componentes rousseaunianos de soberanía popular e igualdad y las preceptivas de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano; y la norteamericana, con su impronta federal y constitucionalista
[4] Afirma Romero en "Situaciones e Ideologías" que el desarrollo de las corrientes ideológicas tiene allí una profunda coherencia con el desarrollo económico, político, social y cultura de Europa. Esta situación no se da en Latinoamérica. Como en otras regiones coloniales o dependientes de otros países los fenómenos de aculturación hacen que tanto la democracia, como la ilustración, el positivismo liberal y el socialismo hayan sido "receptados" por grupos ilustrados cuyo grado de coherencia con el conjunto social era escaso. Junto a estos sistemas de origen extraño nacidos al compás de sus particulares situaciones traídos por élites influyentes, se deslizan actitudes y opiniones espontáneas, telúricas y afectivas de profundo arraigo, menos precisas y más confusas
[5] Alcira Argumedo lo caracteriza del siguiente modo: “ Afirmar la existencia de una matriz autónoma de pensamiento popular latinoamericano supone interrogarse acerca del potencial teórico inmerso en las experiencias históricas y en las fuentes culturales de las clases sometidas que constituyen más de la mitad de la población del continente. Implica reconocer la legitimidad de las concepciones y los valores contenidos en las memorias sociales que, en el transcurso de cientos de años, fueron procesando la "visión de los vencidos", una visión diferente de la historia iniciada con la Edad Moderna europea en los siglos XV y XVI. Conlleva la reivindicación de las otras ideas sobre las cuales se han sustentado distintas experiencias y movimientos políticos de América Latina.
Las matrices de pensamiento son formas de reelaboración y sistematización conceptual de determinados modos de percibir el mundo, de idearios y aspiraciones que tienen raigambre en procesos históricos y experiencias políticas de amplios contingentes de población y se alimentan de sustratos culturales que exceden los marcos estrictamente científicos o intelectuales...En América Latina, el punto de vista popular recupera los relatos de las alteridades excluidas por las corrientes del pensamiento único. Impone el reconocimiento del otro históricamente menospreciado, de los significados y tradiciones que alimentan la "visión de los vencidos" "la otra cara de la conquista". Considera que estas concepciones contienen potenciales teóricos, emergentes de las experiencias vitales y de las expresiones culturales de un sujeto social heterogéneo, que encuentra sus puntos de unidad en una historia común de resistencias y desgarramientos, de sueños de dignidad y autonomía...
Este mirar desde el espacio social e histórico de las masas populares latinoamericanas, fundamenta una filosofía y un conocimiento que necesariamente piensa la historia y el devenir humano "también desde la esclavitud y la servidumbre". Un lugar epistemológico que lleva a evaluar críticamente las corrientes ideológicas del Norte expresadas en el escenario político de nuestros países preguntando, en cada coyuntura histórica, por el papel que ellas le otorgan a las mayorías sociales del continente. (Argumedo, A. 1993)
El pensar desde América Latina requiere un instrumental teórico-conceptual que recupere las resistencias culturales, las manifestaciones políticas de masas, las gestas, la literatura, el ensayo, las formas de conocimiento y las mentalidades populares; los testimonios, las microhistorias, las fiestas, los pequeños o grandes episodios de dignidad, los saberes que están en las "orillas de la ciencia". Un pensamiento crítico dirigido a cuestionar los límites y falencias del proyecto de la modernidad. La posición nacional latinoamericana, significa entonces concebir la historia y el futuro desde un sujeto colectivo, compuesto por múltiples fragmentos sociales, rico en expresiones de la otra historia de estas tierra, presente en las luchas independentistas, en los movimientos de resistencia, en los proyectos políticos de reivindicación nacional y social.” (Argumedo, A. 1993 ,Cap. IV)
[6] En el momento de la independencia se plantean concepciones educativas de avanzada como fueron las escuelas integrales que Simón Rodríguez funda meses después de la batalla de Ayacucho. Un decreto de Bolívar promueve estas escuelas integrales, que iban a dar prioridad a los niños pardos y morenos para hacerlos verdaderos ciudadanos. Se les daba formación intelectual y formación en oficios. La idea era que cuando terminaran de cumplir el ciclo, se les entregaban tierras o recursos económicos para que pudieran desempeñarse como ciudadanos. Este tipo de educación se le va a dar también a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad ni hagan del matrimonio una solución a sus problemas de subsistencia; es decir, autonomía intelectual y económica para que las mujeres se casen por amor. También son de avanzada algunas concepciones pedagógicas que circulan en esas escuelas. Por ejemplo, la necesidad de eliminar el conocimiento memorístico, repetitivo, segmentado, sin reflexión.
[7] Argumedo, lo expresa del siguiente modo: “Las ideas de Artigas, de Petión, de Hidalgo y Morelos, de Dorrego, de Bolívar y San Martín, entre tantos otros líderes de la emancipación; y en especial, las concepciones educativas de un Simón Rodríguez, ante los requisitos del conocimiento impuestos por la Revolución Científico-Técnica tienen hoy día una vigencia absoluta.” (...) “Artigas y los sistemas flexibles de producción o las redes teleinformáticas; Simón Rodríguez y la formación de mentes creativas y libres a través de la educación; Bolívar y San Martín en la construcción de una unidad federativa y autónoma de todo el continente, para ingresar con dignidad y ser protagonistas de nuestro propio destino en las coordenadas del siglo XXI.” (Argumedo; 1999)

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